A fondo Literatura, medicina preventiva para el cerebro al alcance de todos

5 Ene 2022 | Envejecimiento saludable, Memoria, PERSONAS MAYORES

Un artículo de Nora E. Rodríguez Martínez, Coach en Reserva Cognitiva

Los libros han sido, y son, compañeros que nos instruyen, nos orientan, nos ayudan, nos entretienen y nos divierten, pero ahora se sabe que los libros también nos ayudan a envejecer de manera óptima. Aunque parezca un juego de palabras, perderse entre las páginas de un libro es la mejor manera de “no perderse” en la vida real. La lectura favorece la actividad cerebral y refuerza las conexiones entre neuronas logrando aumentar la reserva cognitiva de las personas, pero ¿qué es la reserva cognitiva?

La reserva cognitiva es un factor protector contra las enfermedades neurodegenerativas. “La reserva cognitiva sería la resistencia de nuestro cerebro a preservar sus funciones y hacer frente a un posible daño neurológico. Sería la optimización de los recursos cerebrales y un mecanismo protector de daño cognitivo, es decir, una defensa frente a enfermedades neurodegenerativas, como las demencias o el Alzheimer” (Navarro, 2018). Pero no sólo eso, la reserva cognitiva también protege contra el deterioro cognitivo normal causado por el envejecimiento.

La reserva cognitiva es la explicación al por qué algunas personas siguen siendo funcionales cognitivamente hablando, durante la vejez o al presentar enfermedades como Alzheimer. Existen elementos que han demostrado determinar el nivel de reserva cognitiva que se posee, ejemplos de estos elementos son los factores genéticos, la escolaridad, el tipo de trabajo realizado, las experiencias y el estilo de vida de las personas. Debido a esto, se han desarrollado estudios para conocer que hábitos de vida son los que contribuyen significativamente al aumento de la reserva cognitiva, entre ellos, se encuentra liderando la lectura.

Leer implica meterte en la historia, amar u odiar a los personajes, buscar saber qué va a pasar, disfrutar cada página…todo esto sucede mientras inconscientemente ejercitamos la concentración y la atención, favorecemos el lenguaje y la memoria, aumentamos la imaginación y la creatividad, etc.  Entonces, las buenas noticias son que, al leer, estamos mejorando nuestra capacidad cerebral porque estamos estimulando nuestra función cognitiva, aspecto relevante para las etapas de la infancia y de la vejez.

En los niños es sabido que la lectura favorece la creación y reforzamiento de las estructuras cerebrales en desarrollo. Por otro lado, se sabe que, con los años, los adultos experimentan un enlentecimiento cognitivo que es “un deterioro más o menos notable de la capacidad mental, como por ejemplo, calidad de la memoria, razonamiento, habilidades lingüísticas” (Navarro, 2018).

Afortunadamente, múltiples estudios han demostrado que existe una relación positiva entre la lectura y el deterioro cognitivo“El hábito de la lectura es un factor protector de deterioro cognitivo, y esta protección es más significativa en aquellos lectores frecuentes cuya historia de lectura supera los 5 años” (Esteve, 2012). Partiendo de estos resultados, podemos asegurar que fomentar actividades intelectuales como la lectura y la escritura, son una excelente estrategia de prevención de deterioro cognitivo patológico y no patológico (por envejecimiento).

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