Hace unos días todos pudimos ver en redes sociales y en televisión a dos descerebradas ejerciendo un maltrato a una persona mayor totalmente dependiente. Estas estudiantes en prácticas (creo que de gerocultoras) mientras daban de comer a la señora en cuestión se burlaban de ella, le insultaban e incluso amenazaban con no darle la medicación prescrita. Una de ellas se reía a cámara mientras la otra pausaba su maltrato para, entre risas, decir cosas como “yo no suelo ser así pero…” Estas imbéciles no solo estaban ejerciendo un delito, sino que además lo subieron a redes para escarnio público y así ganar unos cuantos “me gusta”. La jugada salió mal. Pero, ¿faltaba algo más a las residencias para que se hunda más su imagen tras el Covid-19?
El maltrato a las personas mayores es un problema de primera magnitud, se calcula que en España en torno al 6% de los mayores pueden estar sufriendo algún tipo de maltrato (físico, emocional, financiero, sexual, de abandono…). Estas situaciones no solo se dan en residencias, también se dan en el hogar. De hecho, es bastante difícil establecer unos datos exactos por la baja tasa de denuncias que existen y la dificultad para su detección. Hay datos que indican que en el medio familiar podría haber más maltrato oculto y que en las residencias es donde mejor se detectan, bien por las víctimas, bien por testigos u otros trabajadores, así como por las sospechas de la familia. Pero no quiero centrarme en esto, hay pocos estudios al respecto y además bastante antiguos, encima va a parecer que quiero defender “lo mío” y esta vez no es el caso.
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Fuente: Geriatría en el espejo