02 Diciembre 2020
Hay veces que uno empieza a escribir algo, y a mitad de la entrada se cruza algo. Una entrada de una gran colaboradora que no puedes dejar pasar, o una conversación que te hace cambiar lo que estás escribiendo. Y nunca sabes si haces bien en cambiar o no, pero lo tienes que hacer. Y esto es lo que ha pasado con una entrada que salió y que no tenía sentido. O eso espero que os hayáis dado cuenta los que nos seguís. Y es que “Ana la superfisio”, ha hecho cambiarla de pies a cabeza. Y lo típico, en vez de dar a guardar, di a publicar.
¿Y tan importante era esa conversación para cambiar todo? Pues sí, porque “sólo” tiene que ver con lo que “hacemos/hemos estado haciendo/hemos hecho” en la hospitalización con las personas mayores.
Y es que hace relativamente poco, y a la vez una eternidad, que, hablando con una gran compañera, como es Ana la superfisio, te das cuenta que no eres raro por lo que piensas. Porque esa otra persona, en sólo cinco minutos, te está diciendo lo mismo que llevas tiempo pensando.
Y es que, en muchas especialidades sanitarias, pero sobre todo en geriatría, es muy difícil el balance entre iatrogenia (pasarse de hacer cosas sin ningún objetivo curativo) y nihilismo (no hacer lo suficiente). Pero esto no sólo es un arte, sino que también es una ciencia. Y más ahora con todo lo que está “cayendo”.
Pero es que, además, hace nada he leído un artículo sobre “la medicina sensible”, donde se planteaban esto mismo, que es la inutilidad de nuestras acciones en este periodo COVID. Sí, lo leéis bien, inutilidad. Se está viendo que todos nuestros intentos terapéuticos con “supertecnología farmacéutica”, lo único que están consiguiendo son fracaso tras fracaso.
Pero esto de la medicina sensible como decía es toda una ciencia. Y aunque parezca algo sencillo, como este mismo artículo dice, esto no es tan fácil. Sobre todo, ante esto que nos acontece, que nos ha obligado a actuar a la desesperada para intentar que “el maldito bicho” haga el menor daño posible. Así que nos hemos lanzado a una carrera donde todos nos hemos puesto a conocer y aplicar lo último que leemos, o que pensamos que puede servir, usando todo tipo de medicamentos que deseamos que sean “el tratamiento definitivo”, olvidándonos de los cuidados habituales. Y sí, nos hemos olvidado de la importancia de los buenos cuidados que hacíamos que nos ayudaban entre ellos a conseguir que la hospitalización sea “lo menos dañina” posible, o al menos en mi campo, el de la geriatría.
Fuente: https://hablandodegeriatria.com/
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