Las hospitalizaciones por COVID-19 en mayores de 65 años durante la pandemia han supuesto el 45% del total, con una mortalidad del 80%, y en este grupo etario es sabido la importancia de la condición de fragilidad para identificar grupos de riesgo, planificación de cuidados y establecer pronósticos.
Dumitrascu y colaboradores han realizado una revisión sistemática y meta-análisis con estudios que analizan la asociación de la fragilidad en adultos mayores con COVID-19 con resultados de salud, como mortalidad, y como objetivos más secundarios el delirium, ingreso en Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), necesidad de ventilación y localización al alta. Se incluyen 52 estudios con un total de 118 373 pacientes. El instrumento más utilizado para medir fragilidad es la Escala de Fragilidad Clínica (SFC), y según esta publicación, la fragilidad mediante esta escala se asociaba significativamente a mayor riesgo de mortalidad, tanto agrupando los datos no ajustados, como ajustando por factor de confusión. También aumenta la posibilidad de desarrollar delirium, en cambio disminuye la de ingreso en UCI para estos pacientes. No se recogen en los estudios incluidos información sobre funcionalidad, calidad de vida y opinión de los pacientes.
La pandemia por COVID-19 ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad de la población mayor y en muchos casos su discriminación sólo por criterios de edad, siendo necesario establecer protocolos y estudios que incluyan instrumentos de medida fiables de fragilidad y funcionalidad, así como valorar su calidad de vida para planificar cuidados más adecuados para cada paciente mayor.
Nuria Fernández Martínez. Servicio de Geriatría Hospital Virgen del Valle. Complejo Hospitalario Universitario de Toledo.