Gracias a los avances científicos y sociales, la esperanza de vida está aumentando en todo el mundo y la población está envejeciendo. Cómo abordar de manera exitosa este fenómeno es uno de los mayores mayores retos de este siglo XXI.
L. Partridge y colaboradores revisan, en este artículo publicado en Nature, dónde estamos y hacia dónde debemos ir para aumentar la expectativa de vida saludable. Ya se ha empezado a demostrar que cambios en el estilo de vida puede comprimir la morbilidad. Pero queda mucho por hacer: la multimorbilidad, la polifarmacia, los diferentes efectos de los fármacos con la edad, la variabilidad interindividual y la necesidad de identificar mejores biomarcadores de envejecimiento son algunos de los retos clínicos actuales. Se hace necesario un mayor conocimiento del envejecimiento humano para poder avanzar. Seguir investigando en modelos animales (que ya han demostrado la gran maleabilidad del envejecimiento), aumentar la integración de la investigación en animales y humanos, incluir personas mayores en los ensayos clínicos, incrementar el uso de bases de datos poblacionales y los trabajos con ancianos con patología son algunas de las estrategias que propone.
No seremos capaces de evitar el envejecimiento, pero sí de atenuar los efectos deletéreos del mismo. Este artículo demuestra cómo la hipótesis de la “compresión de la morbilidad” que James F. Fries publicó en 1980 ya está dejando de ser una hipótesis para convertirse en realidad.
Cristina Alonso Bouzón. OPS/OMS. Washington DC.
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