En la jornada “Arte y cultura, una ventana al sentido de vida en la demencia” se dieron a conocer los resultados y los materiales generados en el marco del proyecto ‘Dementia in Cultural Mediation’ (DCUM), que a lo largo de tres años ha explorado la práctica artística y cultural en el ámbito de la demencia en cuatro países.
La jornada “Arte y cultura, una ventana al sentido de vida en la demencia” reunió en el auditórium del Aquarium de San Sebastián a más medio centenar de personas para dar a aconocer a conocer los resultados y los materiales generados en el marco del proyecto ‘Dementia in Cultural Mediation’ (DCUM).
Esta iniciativa, que forma parte del programa europeo Erasmus+, se basa en la idea de que las actividades culturales pueden ser una excelente vía para la inclusión social de las personas con demencia en su entorno próximo, favoreciendo la generación de redes sociales en el marco de dichas actividades, y contribuyendo a mejorar la autoestima, y la sensación de pertenencia y la alegría de vivir de estas personas.
Arte y cultura para romper barreras
En palabras de Mari Carmen Garmendia, presidenta del patronato de Matia, “la celebración de esta jornada marca un hito en el abordaje de la vida de las personas con demencia y su inclusión social desde mundos que parecen haberse ido distanciando de ellas, como son el arte y la cultura. Quienes acudimos apreciamos una gran identificación con lo que se planteaba«.
Por su parte, David Viñuales, socio fundador del Instituto 8 y docente en la Universidad de Barcelona, compartió algunas claves de su metodología con imágenes para trabajar con personas afectadas por Alzheimer y otras demencias. Durante su exposición, los asistentes pudieron ver y testear cómo una simple y llana fotografía se puede convertir en una herramienta sorprendente para romper barreras comunicativas y atender cambios vitales.
La jornada contó también con la participación de Iker Arrue, bailarín y director de la compañía AiDoProject, quien recordó como James Rhodes señala en su biografía que «la música tiene la capacidad de llegar a los últimos recovecos de nuestro corazón y nuestra mente«. Y es que bastan unas pocas notas para transportar al espectador al pasado, para revivir una emoción o un recuerdo o simplemente para cambiar su estado emocional, convirtiendo la experiencia en algo íntimo, casi personal. «Hoy hemos intentado volver a compartir esto con los asistentes y ha sido hermoso observar sus reacciones”, añadío el bailarín.
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Fuente: https://www.geriatricarea.com/