Es aconsejable leer y releer el artículo de revisión que Amblàs et al publican en la Revista Española de Geriatría y Gerontología en el que reflexionan sobre el abordaje a los pacientes con complejidad clínica y resitúan la utilidad y enfoque de los índices de fragilidad. Los autores plantean que las personas, sobre todo las de edad avanzada con múltiples problemas clínicos, funcionales y mentales, resultan difícilmente “medibles” y “predecibles”, en parte por la complejidad clínica de los procesos que puedan presentar y en parte por la capacidad de respuesta del organismo disminuida.
Para abordar esta incertidumbre profundizan en el concepto de fragilidad y sus instrumentos de medida y proponen una secuencia de actuación novedosa y atractiva: usar instrumentos que evalúan la fragilidad física para detección precoz de fragilidad y utilizar los instrumentos multidimensionales de acúmulo de déficits para la evaluación del grado de fragilidad y toma de decisiones. A través de un gran ejercicio docente de síntesis y exposición de la literatura científica, nos van guiando por los argumentos que apoyarían este uso complementario de los instrumentos de fragilidad.
De forma complementaria otro grupo de autores, liderado nuevamente por Amblás nos presentan en la misma revista la validación de un nuevo Índice de Fragilidad basado en la Valoración Geriátrica Integral, con elevado valor pronóstico de mortalidad para su aplicación en pacientes ingresados en Unidades Geriátricas de Agudos.
Juan José Baztán, geriatra. Hospital Cruz Roja, Madrid.
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