Hay insuficiente evidencia de ensayos clínicos aleatorizados sobre los que basar la toma de decisiones a la hora de manejar la hipertensión arterial (HTA) en ancianos frágiles con el objetivo de reducir su morbi-mortalidad. Existen buenas razones para considerar la presencia del estado de fragilidad al tratar con mayor o menor intensidad la HTA dado que se asocia a una mayor frecuencia de efectos adversos con el tratamiento farmacológico antihipertensivo (electrolíticos, hipotensión ortostática, síncope, caídas), y constituye un potente predictor de mortalidad, resultados cardíacos y funcionales (discapacidad, caídas e institucionalización).
Se presenta una revisión sistemática de 9 estudios observacionales de cohortes prospectivos (21906 participantes; período de seguimiento medio de 6 años; edad media 81 años; mujeres 59%; frágiles 37%; antihipertensivos 52%) que investiga si la relación observada entre tensión arterial (TA <140/90 vs ≥ 140/90) y eventos clínicos relevantes (mortalidad por todas las causas) es diferente en ancianos frágiles vs no frágiles. Encuentran que la mortalidad es menor para ancianos no frágiles cuando la TA sistólica es menor de 140 mm Hg, sin encontrar diferencias en los frágiles.
La heterogeneidad metodológica de los estudios incluidos obliga a interpretar los resultados con cautela y anima a investigar la asociación entre TA y resultados relevantes (independencia, caídas, calidad de vida) a lo largo de todo el espectro de la fragilidad del anciano. Es fundamental la valoración geriátrica integral y ejercer el arte de la prudencia y la humildad epistemológica cuando trasladamos a la práctica clínica los hallazgos de la literatura científica.
Francisco Javier Alonso Renedo, médico geriatra, Complejo Hospitalario de Navarra
Píldoras de Geriatría Basada en Evidencia.
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