La prolongación de QT inducida por fármacos ha servido durante mucho tiempo como un indicador sustituto de un mayor riesgo de torsades de pointes (TdP) asociadas a fármacos, una taquicardia ventricular polimórfica potencialmente letal. Aunque solo una pequeña proporción de pacientes con prolongación de QT sufre TdP, la prolongación de QT asociada al fármaco se asocia con un aumento de la mortalidad arrítmica y no arrítmica y, por lo tanto, sigue siendo una medida importante de la seguridad del fármaco. En el actual contexto epidémico por Covid-19, los fármacos más frecuentemente utilizados (hidroxicloroquina, azitromicina y lopinavir/ritonavir) tienen riesgo de prolongación del intervalo QT y podrían tener sus limitaciones, especialmente en pacientes de edad avanzada que están tomando psicofármacos.
El “American College Cardiology” publicaba una revisión sobre este tema el 29 de marzo de 2020 y proponía utilizar una Escala de Riesgo de Prolongación de QT asociada a fármacos. Esta escala, desarrollada por Tisdale y cols y publicada en 2013 que estratifica a los pacientes en bajo, moderado y alto riesgo. Testada en una cohorte de 900 pacientes hospitalizados consecutivamente (65 años de edad media, 50% mujeres), 30,7% presentaron prolongación del QT . La capacidad predictiva de la escala fue elevada (Estadístico C = 0,82) con un valor predictivo positivo de 0,79 para el grupo de alto riesgo (un 14% de la muestra).
La recuperación de instrumentos útiles para la práctica geriátrica como el uso de esta escala de valoración del riesgo de prolongación de QT secundaria a fármacos continuará teniendo vigencia más allá de la epidemia por Covid-19, dada la mayor prevalencia de este riesgo en población de edad avanzada en la práctica clínica habitual.
Isabel Lozano Montoya; Juan J. Baztán.
Servicio Geriatría. Hospital Central Cruz Roja. Madrid