La reducción de la polifarmacia y medicación inadecuada es una constante en la practica geriátrica habitual. Sin embargo, algunos autores estiman que la deprescripción debiera tener un grado de evidencia semejante al de la prescripción. El caso de tratamiento con estatinas en mayores de 75 años sin enfermedad cardiovascular puede ser paradisgmático. Si bien iniciar tratamiento no estaría avalado por la evidencia científica (tal y como corrobora el último metanálisis publicado en Lancet en 2019), la suspensión del mismo en personas que venían tomándolo y superan los 75 años podría no ser adecuada.
En este estudio retrospectivo publicado en European Heart Journal y realizado sobre una base de datos poblacional del sistema público de salud de Francia que evaluaba el riesgo de suspender estatinas en 120.173 personas mayores de 75 años sin historia previa de enfermedad cardiovascular con un seguimiento de 4 años (mediana 2,4 años), objetivaron que aquellos que discontinuaron el tratamiento al menos durante 3 meses consecutivos (14,3% de la muestra a estudio) aumentaba el riesgo relativo de ingreso hospitalario por un evento vascular un 33% (coronario un 46% y cerebrovascular un 26%), con aumento del riesgo absoluto a los 4 años del 7,6% al 10,1%. Este riesgo se mantenía aumentado independientemente de la presencia de fragilidad (evaluada como la presencia de malnutrición, caídas, confinamiento a cama o silla de ruedas).
Si bien la calidad de la evidencia derivada de un estudio retrospectivo es siempre cuestionable, sirve al menos para abrir una ventana de reflexión sobre la diferencia entre no indicación de prescripción versus deprescripción.
Juan J. Baztán.
Servicio de Geriatría. Hospital Central Cruz Roja. Madrid.
Píldoras de Geriatría Basada en Evidencia.
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Coordinadores: Juan J. Baztán y Miquel À. Mas