La fragilidad se ha convertido en una gran aliada para los geriatras en la toma de decisiones, ya que nos ayuda a seleccionar pacientes con mayor tasa de éxito. Pero su complejidad radica en que no solo debemos de saber si el paciente es frágil o no, sino valorar si esta fragilidad puede ser potencialmente reversible para decidir si sometemos al paciente a dicha intervención, ya que el propio proceso al que queremos someter al paciente puede ser una de las causas de fragilidad.
En este metaanálisis1, incluyeron 12 estudios con 3.065 pacientes con edad media de 51,35 años que recibieron trasplantes de riñón, hígado, pulmón y corazón.
El objetivo fue investigar si la fragilidad cambiaba en los 12 meses posteriores a la intervención.
Los autores seleccionan aquellos estudios en los que no se rehabilita al paciente para analizar si la intervención por sí misma revierte la fragilidad.
Los resultados mostraron que, aunque la fragilidad empeoraba inmediatamente después del trasplante, se observó una mejora significativa a los 3 meses que se mantuvo entre 6 y 12 meses (OR 0,27; IC95%: 0,12-0,59; P=0,001). Este efecto fue consistente en los diferentes órganos trasplantados.
Debemos ser cautelosos con sus resultados, por tratarse de estudios observacionales y por la edad media tan baja de los estudios. Pero sus resultados son prometedores, sacando de nuevo a la palestra la valoración geriátrica integral, ya que si no existen otras causas de fragilidad, no parece justificado denegar a este tipo de pacientes el trasplante solo por ser frágiles, ya que este estado podría ser reversible con el trasplante.
Elisa Pantín González. MIR Geriatría Hospital General Universitario de Ciudad Real
María Ángeles Caballero Mor. FEA Geriatría Hospital General Universitario de Ciudad Real
REFERENCIA