La enfermedad por COVID-19 está suponiendo un auténtico reto en la organización de los sistemas sanitarios de todo el mundo. Durante esta pandemia la evaluación del estado de Fragilidad se utilizado como parámetro clínico para la toma de decisiones individualizadas. Entre las escalas utilizadas, la “Clinical Frailty Scale (CFS) es la que ha tenido un uso más generalizado.
Recientemente se ha publicado en Lancet Public Heath un estudio europeo observacional multicéntrico (cuyo tercer firmante es el Dr. Vilches-Moraga) de más 1500 pacientes ingresados con COVID-19 en 10 hospitales británicos y uno italiano con experiencia previa en el uso rutinario de la CFS. Con una edad media de 74 años, 42% mujeres, el 49% de los pacientes fueron clasificados como frágiles (CFS 5-9), encontrando una mortalidad hospitalaria del 27% (con una variabilidad entre centros desde el 11% al 44%). Comparando con aquellos más robustos (CFS 1-2), los pacientes clasificados como frágiles (CRF 5 o más) tuvieron un mayor riesgo de fallecer durante el ingreso y fueron dados de alta más tarde frente aquellos que no son frágiles, independientemente de la edad, comorbilidad y PCR al ingreso.
La evaluación de la fragilidad resulta relevante para la elaboración de planes de cuidados y toma de decisiones clínicas en la población mayor con COVID-19. Este estudio refuerza la utilidad de la CFS, que es el instrumento de evaluación de fragilidad recomendado por el “National Hearlth Service” británico.
Álvaro Casas Herrero
Píldoras de Geriatría Basada en Evidencia.
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