Con el aumento de la esperanza de vida en las sociedades occidentales, la población de personas mayores es cada vez más numerosa. Uno de los principales desafíos al que se enfrentan muchos mayores es la soledad. No es lo mismo vivir solo que sentirse solo, pero muchas de las personas mayores que viven solas, desearían recibir más compañía y afecto.
Según la Encuesta Continua de Hogares del INE 2017, más de 1.960.900 personas mayores viven solas en España. De entre ellas el 28,1% son hombres y el 71,9% mujeres. El aumento de la esperanza de vida, el envejecimiento de la población, los cambios en la estructura social y en los modelos de familia, hacen pensar que estas cifras tenderán a aumentar progresivamente. Nuestras sociedades tienden a hallarse cada vez más envejecidas, y cada vez existen menos cuidadores y familiares jóvenes para atender, acompañar y apoyar a esta elevada cifra de personas mayores.
El INE muestra claramente el rápido ascenso de la población mayor, pasando de 1.400.000 personas en 2001 a 1.970.900 en 2017. Las personas mayores constituyen el 41,8% de total de viviendas unipersonales de España (INE, 2017) . La Encuesta de Condiciones de Vida de las Personas Mayores 2010 (IMSERSOâ€CIS) consultó a una muestra de 2.500 personas mayores. Ante la pregunta “¿cuándo se siente usted más solo?”, el 65,1% de las personas mayores reconocieron que habían sentido momentos de soledad. De este porcentaje, el 11,4% reconocieron que se sentían solas durante todo el día. Por otro lado, las personas que refirieron momentos específicos de soledad (en ocasiones especiales, cuando estaban enfermos, por la noche, los fines de semana o en vacaciones).
Un estudio de Raquel Lorente (2017) muestra los graves efectos de la soledad en las personas mayores. La soledad tiene consecuencias en la salud de los mayores, por encima de otras variables como la situación económica, estado civil, edad o sexo. La soledad constituye incluso un predictor de mortalidad.
Según esta investigación, la soledad favorece los procesos inflamatorios, el aumento del cortisol (la hormona del estrés), aumento del riesgo de padecer síndrome metabólico, problemas cardiovasculares, trastornos del sueño, trastornos depresivos, deterioro cognitivo, baja autoestima, ideación suicida y deseo de muerte.
Hay que insistir en que no es lo mismo vivir solo que sentirse solo. Hay soledades elegidas, y personas que no se sienten solas a pesar de vivir en un hogar unipersonal. También hay personas que pese a recibir visitas de sus familiares, se sienten solos. La experiencia de la soledad depende de factores personales, situacionales, cognitivos, emocionales y sociales. Diversos autores señalan la diferencia entre vivir solo (situación objetiva) y sentirse solo (experiencia subjetiva).
El estudio “La soledad de las personas mayores” de la Fundación Pilares para la Autonomía Personal (2018) hace hincapié en las diferencias de género en el envejecimiento. No envejecen igual las mujeres que los hombres, y no solamente por la superior esperanza de vida de ellas, sino también por las condiciones socioeconómicas.
Las mujeres suelen tener carreras profesionales más irregulares, ingresos inferiores, y en muchos casos abandonan su profesión para cuidar de hijos pequeños o familiares enfermos o dependientes, lo que supone una inferior cotización y, a la larga, pensiones inferiores. Esto puede llevarlas a vivir en viviendas inadecuadas o tener una dieta menos nutritiva. Las mujeres mayores suelen sufrir más pobreza, más situaciones de dependencia y más riesgo de malos tratos y violencia, negligencia o abandono. Las mujeres presentan niveles más elevados de soledad, sobre todo en el grupo de personas de 85 o más años.
Este informe cita un estudio de Losada et al (2012), 23,1% de los individuos de la muestra se sentían solos. En otro estudio español citado en este informe, se halló que el 58,7% de las personas mayores mostraban algún grado de soledad. El 42 % refirieron niveles bajos de soledad y el 16,8% refirió soledad moderada o grave (Sánchez-Rodríguez, 2009).
La Fundación Amigos de los Mayores apuesta por impulsar herramientas de participación ciudadana como el voluntariado intergeneracional y de acompañamiento afectivo; regenerar los lazos vecinales en los barrios, y empoderar a las personas mayores como activos de la sociedad cambiando su imagen estereotipada.
La Fundación Pilares propone fomentar la construcción e interrelación con las redes de apoyo, ampliar los ámbitos de actuación de los programas de voluntariado y los recursos de atención comunitaria, aumentar la implicación de las Administraciones Públicas, que deben implementar programas amplios de acompañamiento y seguimiento, en colaboración con organizaciones sociales y otros agentes, formar a los,profesionales y cuidadores, y menciona las iniciativas que buscan aumentar el “capital social” creando redes de amistad, con programas de voluntariado o programas intergeneracionales.
En este sentido, la Fundación Amigos de los Mayores ha lanzado una iniciativa en la que un grupo de mayores solos comparten sus vacaciones con voluntarios. Esta iniciativa pretende combatir la soledad y crear nuevos vínculos entre los mayores y los voluntarios. En estas actividades han participado alrededor de 50 personas mayores y 50 voluntarios. El perfil de los mayores que participan en este programa suele ser el de una mujer, de unos 85 años, con dificultades para caminar o salir de casa y que vive sola y aunque tenga lazos familiares, no puede ser visitada tanto como necesitaría. En las actividades se generan lazos de afecto entre los voluntarios y los mayores.
Mónica, una voluntaria que ha participado en el programa , ha expresado a Europa Press “Para los mayores son unas vacaciones como si hubiesen estado un mes en la playa (…). Como voluntaria me lo pasé genial. Está todo muy bien atado, desde que recogen a los mayores en sus casas hasta que llegamos al hotel. La persona a la que acompaño me decía que estaba muy cansada pero que se lo había pasado tan bien que no se acordaba ni de los dolores. Además, al ver las fotos de la estancia es como si estuviesen allí de nuevo y les sirve para darse cuenta de que hay cosas que aún pueden hacer y que se olviden de la soledad (…). Hace cuatro años se me pasó por la cabeza comenzar con el voluntariado y acompañé a un mayor hasta que falleció. Cuando eso ocurrió ya no era el mayor al que iba a acompañar. Era mi amigo”.
El asociacionismo y el voluntariadoson también buenas alternativas para combatir la soledad en personas de edad avanzada. Muchas asociaciones en Madrid y otras localidades están constituidas por mayores, realizan acciones de voluntariado, llevadas a cabo por los propios mayores, y ofrecen también el acompañamiento de voluntarios a aquellos mayores que no pueden participar por dificultades de movilidad u otros impedimentos.
Entidades como la Asociación de Mayores de Madrid XXI, la Asociación Independiente de Jubilados, Retirados y Pensionistas de la Comunidad de Madrid, la Asociación Club Tercera Edad San Romualdo, la Asociación de Pensionistas y Jubilados Del Poligono H de San Blas, la Asociación de Mayores del Barrio de la Estrella, la Asociación de Personas Mayores Virgen Del Coro o el Centro de Mayores de la Asociación Carcavas San Antonio son buenos ejemplos.
Otra iniciativa puesta en marcha recientemente son las viviendas colaborativas para personas mayores. Se trata de apartamentos independientes que cuentan con zonas y servicios comunes, como alternativa a las tradicionales residencias. Cooperativas como Convivir, creadas por los propios mayores, han permitido una forma alternativa de vivir la vejez. Convivir tiene alrededor de 30 miembros, que residen en viviendas independientes amuebladas al gusto de cada cual, y cuentan con 14 trabajadores, cocina, comedor, limpieza, lavandería, médico, DUE, fisioterapia, terapia ocupacional, peluquería, podología y logopedia, así como actividades culturales y lúdicas.
Otro ejemplo de iniciativa de viviendas colaborativas es Trabensol, que fue pionera en España. Esta cooperativa dispone de viviendas independientes y atención y servicios para las personas mayores hasta el final de la vida, con actividades para un envejecimiento activo y una vida saludable, basada en valores de solidaridad, ayuda mutua y cooperación. La cooperativa cuenta con diversos servicios y actividades, jardines, huerto y biblioteca.
Todas estas iniciativas ciudadanas son importantes y están obteniendo grandes avances en la situación de muchas personas mayores. No obstante, es necesaria una mayor implicación de la Administración y un aumento de los recursos y programas de acompañamiento a las personas mayores que viven solas, para evitar situaciones de riesgo y deterioro.
FUENTE Y FOTO: Geriatricarea.com