Si pensamos en nuestras vidas como personas autónomas, ¿podemos imaginar una vida plena sin sexualidad?. Probablemente no. Y es qué, ¿qué sería del bienestar sin las relaciones significativas con otras personas? ¿Podemos imaginarnos una vida con sentido y gozo sin relaciones afectivas, intimidad y ternura?.
¿Consideramos lo mismo sobre la vida de aquellas personas en situación de dependencia a las que queremos o atendemos? Posiblemente aquí aparecen sentimientos encontrados y dudas razonables sobre cómo actuar.
Y es que, que tire la primera piedra quien no se haya sentido terriblemente incómoda al descubrir a dos personas que viven en el centro residencial en el que trabaja acariciándose íntimamente.
Sexualidad: necesidad, identidad y derecho