Actualmente, la metformina es el fármaco “antienvejecimiento” de moda, de tal manera que si uno realiza una búsqueda en Pubmed incluyendo las palabra “metformin & aging” solo en el título, encontrará 64 resultados. Dos recientes y clarificadoras revisiones narrativas publicadas en “Frontiers in Endocrinology” y en “Theranostic“ nos pueden ayudar a entender y actualizar las evidencias existentes sobre esta potencial relación entre metformina y envejecimiento saludable en ancianos sin diabetes.
La evidencia acumulada muestra que la metformina podría retrasar el envejecimiento y tener efectos protectores en la atenuación de la progresión de varias enfermedades relacionadas con el envejecimiento al afectar los eventos distintivos clave del envejecimiento (incluida la pérdida de proteostasis, disfunción mitocondrial, desgaste de telómeros, inestabilidad genómica, alteraciones epigenéticas, agotamiento de células madre y senescencia celular). Los efectos beneficiosos sobre el envejecimiento y la salud son principalmente indirectos a través de sus efectos sobre el metabolismo celular y de su acción antihiperglucémica, mejora de la sensibilidad a la insulina, reducción del estrés oxidativo y efectos protectores sobre el endotelio y función vascular. En conjunto, la evidencia disponible de estudios observacionales apuntaría sobre los beneficios de la metformina no solo en entornos de diabetes, sino también en enfermedades cardiovasculares, musculoesqueléticas y, posiblemente, cáncer y demencia, que podrían justificar su uso más amplio como profiláctico para compensar los efectos del envejecimiento y mejorar la salud y la esperanza de vida.
Esta evidencia es débil para su aplicación en la práctica clínica, pero suficiente para que se haya diseñado y esté en marcha en EEUU desde 2017 el ensayo clínico multicéntrico “Targeting Aging with Metformin” (TAME), que incluirá personas entre 65–80 SIN Diabetes, que en el grupo intervención recibirán una dosis diaria de 1500 mg de metformina durante 6 años, con un período de seguimiento estimado de más de 3,5 años. Los objetivos de TAME son: 1. Resultados clínicos medidos por la aparición de nuevas enfermedades crónicas relacionadas con la edad; 2. Resultados funcionales, como cambios en la movilidad medidos por la velocidad de la marcha y medidas de deterioro cognitivo; 3. Biomarcadores del envejecimiento como la inflamación y la senescencia. Los resultados del TAME proporcionarán una respuesta ampliamente esperada a la pregunta de si la metformina reduce las enfermedades y discapacidades asociadas con el envejecimiento en personas no diabéticas.
Finalmente, como conclusión, y a pesar de las expectativas levantadas, los autores también advierten que la metformina (además de sus potenciales problemas de biodisponibilidad, tolerabilidad digestiva y deficiencia de B12) no debiera verse como una panacea de «solución rápida» para el envejecimiento a expensas de intervenciones no farmacológicas de eficacia comprobada como la dieta, el ejercicio y los cambios de estilo de vida relacionados.
Juan J. Baztán; Blanca Garmendia.
Servicio de Geriatría. Hospital Central Cruz Roja. Madrid