Con el aumento de la esperanza de vida, la población anciana se está convirtiendo en el foco de la atención clínica, siendo necesarios tratamientos basados en la evidencia para esta población. Ya en 1997 se detectó que en alrededor de un 35% de los ensayos clínicos se excluían a los ancianos sin una justificación clara. Para poner solución a este problema, se llevaron a término distintas acciones, como el establecimiento del llamado PREDICT consortium, que sugirió numerosos cambios prácticos en la realización de ensayos clínicos.
En esta revisión sistemática, Thake et al. analizan si esta situación está cambiando. Los autores revisaron 4341 ensayos controlados randomizados publicados entre 1998 y 2015 en las revistas NEJM, BMJ, Lancet y JAMA e identificaron que en el 27% de los ensayos se estableció un límite superior de edad como criterio de exclusión sin proporcionar ninguna explicación para ello. Los autores de la revisión detectaron, sin embargo, una disminución progresiva modesta en esta proporción a lo largo de los años.
Este estudio nos anima a “reclamar sin complejos” que los ensayos clínicos incluyan participantes representativos de la población anciana, no aceptando que éstos sean excluidos injustificadamente. Los retos de planificación de los estudios no deben ser una barrera para hacerlo posible.
Anna Renom-Guiteras, geriatra, Parc de Salut Mar, Barcelona
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