Historia de Semeg
Nuestro camino hasta hoy.
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El siglo XX vio el nacimiento de la geriatría en el Reino Unido, y que se expandió a otros países tanto del entorno de la Commonwealth como de fuera de ella. Entre estos últimos se encontraba España, que a mediados de los 50 comienza a desarrollar, tímidamente, alguna estructura geriátrica, cursos de formación y actividad asistencial, con escaso impacto y desarrollo. A raíz de la publicación de la Ley de Especialidades, donde la geriatría es reconocida como una de las especialidades médicas y cuya formación reglada se establece en régimen de igualdad junto al resto de especialidades mediante el sistema de Médicos Internos Residentes (MIR), la geriatría comienza a experimentar un crecimiento cuantitativo y, aún más importante, cualitativo debido a la progresiva presencia de especialistas con una formación establecida, sometida a criterios de rigor y control similares a los de otras especialidades, protagonizadas por servicios acreditados y a la que se accede a través de una prueba de ámbito nacional. Surge entonces la percepción por varios de los nuevos especialistas de carecer de una Sociedad Científica de especialistas, en los que los aspectos científicos, docentes y de organización asistencial puedan considerase y discutirse de manera autónoma y en la que se pueda dar cabida a la contribución de otros expertos, especialmente del ámbito académico, con especial dedicación al área del envejecimiento, un área que también había experimentado un notable desarrollo en España en las décadas previas, con la aparición de destacados grupos de investigación en Madrid, Valencia o Lérida, por mencionar algunos de estos lugares.
En este contexto y con esta intención nace la Sociedad Española de Medicina Geriátrica, tras una Asamblea celebrada en el Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Madrid en el que los allí convocados acuerdan, como modo de mejor lograr los objetivos antes citados, la creación de una sociedad científica. Los principios fundacionales de la misma, reflejados en sus Estatutos, no hacen sino corroborar la necesidad percibida por ese grupo de geriatras de una institución que, como herramienta instrumental, les permita fomentar, discutir y promover los avances en área de la medicina geriátrica, contribuir a su innovación y participar en la formación continuada de los profesionales. Además, la constitución de la Sociedad abría la oportunidad para formar parte de los muchos cauces de participación legalmente constituidos y a los que la legislación daba paso: desde la Comisión Nacional de la Especialidad a la presencia como miembro de pleno derecho de organizaciones nacionales (la Federación Española de Especialidades) e internacionales, entre ellas la sociedad europea EuGMS y la internacional IAGG.
El camino no ha sido fácil, pero sin duda se ha coronado con éxito. Tras un inicio en el que el entusiasmo de muchos nos llevó a crecer rápidamente y a desarrollar actividades de calidad, hubimos de pasar por momentos difíciles en los que incluso parecía que íbamos a desaparecer. Afortunadamente, y gracias a las últimas directivas, la situación se pudo reconducir y con el empuje de todos la Sociedad goza en este momento de una destacable lozanía, propia de su juventud, entrando en una etapa de madurez que augura éxitos para todos los que la componen y participan de sus actividades. Exitos que sin duda alguna redundarán en el mejor desempeño de la medicina geriátrica española y en el mayor beneficio de sus destinatarios finales: las personas mayores.
Dr Leocadio Rodríguez Mañas, Expresidente SEMEG